Un descubrimiento sorprendente: Dinosaurios emplumados con piel de reptil
El cautivador mundo de los dinosaurios nunca deja de sorprendernos. Nuestra comprensión de estas criaturas prehistóricas evoluciona constantemente, gracias a las continuas investigaciones paleontológicas. Un estudio reciente ha desenterrado una revelación fascinante: algunos dinosaurios emplumados poseían piel escamosa, similar a la de sus homólogos reptiles. Este hallazgo arroja nueva luz sobre la intrincada relación entre las plumas y la piel durante la evolución de los dinosaurios.
Las plumas: Una maravilla de la complejidad
Las plumas son innegablemente uno de los rasgos anatómicos más notables que han surgido en el reino animal. Estas estructuras ligeras pero robustas ostentan un diseño complejo, que supera a cualquier otro apéndice epidérmico de los vertebrados. A pesar de su larga presencia a lo largo de la historia de la humanidad, las plumas siguen envolviendo numerosos misterios.
Una mirada al pasado: Desvelando las plumas de los dinosaurios
El año 1996 marcó un punto de inflexión en nuestra comprensión de la evolución de las plumas con la presentación del Sinosauropteryx prima, el primer dinosaurio con plumas demostrables. Desde entonces, una plétora de descubrimientos revolucionarios han pintado un cuadro progresivamente más vívido de este cautivador proceso evolutivo.
Nuestros conocimientos actuales indican que las plumas adornaban a una gran variedad de dinosaurios y a sus parientes aéreos, los pterosaurios. Estas plumas exhibían una notable diversidad de formas, y algunos dinosaurios y aves extinguidas lucían plumas únicas en forma de cinta con las puntas ensanchadas, una característica ausente en sus homólogos aviares modernos. Cabe destacar que sólo unos pocos de estos antiguos tipos de plumas son conservados por las aves actuales.
Las pruebas fósiles sugieren de forma convincente que la función inicial de las plumas difería significativamente de su papel en las aves modernas. Estas primeras plumas exhibían una estructura más simple y estaban escasamente distribuidas por el cuerpo, lo que hace especular con la posibilidad de que sirvieran para fines como la exhibición o la percepción táctil. Además, los fósiles de pterosaurio insinúan el papel potencial que las plumas pueden haber desempeñado en la termorregulación y la coloración.
Más allá de las plumas: El papel crucial de la piel
Aunque los fósiles ofrecen una visión inestimable de la evolución de las plumas, sólo representan un fragmento de la historia. La clave para desentrañar el cuadro completo se encuentra en la propia piel. A diferencia de sus antepasados reptiles de piel escamosa, las aves modernas poseen una piel suave específicamente adaptada para sostener, controlar y facilitar el crecimiento y la pigmentación de las plumas.
Los fósiles de piel de dinosaurio son bastante más abundantes de lo que cabría esperar. Sin embargo, sólo unos pocos seleccionados han sido sometidos a un examen microscópico meticuloso. Estas investigaciones, como un estudio de 2018 sobre cuatro fósiles que conservaban piel, revelaron que la piel de las aves primitivas y de sus parientes cercanos dinosaurios (coelurosaurios) ya se parecía mucho a la piel de las aves modernas. Esto implica que la evolución de la piel parecida a la de las aves precedió a la aparición de los dinosaurios parecidos a las aves.
Para comprender plenamente la evolución de la piel parecida a la de las aves, es imprescindible centrarse en los dinosaurios que se ramificaron antes en el árbol evolutivo.
Un mosaico de tipos de piel: La revelación del Psittacosaurus
El nuevo estudio saca a la luz el hecho de que algunos dinosaurios emplumados, como el Psittacosaurus, conservaban una piel escamosa similar a la de los reptiles actuales. Esta revolucionaria prueba procede de un espécimen de Psittacosaurus meticulosamente examinado, un dinosaurio con cuernos que lucía plumas erizadas en la cola.
El Psittacosaurus vagó por la Tierra durante el período Cretácico Temprano, hace aproximadamente 130 millones de años. Sin embargo, su clan, los dinosaurios ornitisquios, divergió de otros dinosaurios considerablemente antes, durante el periodo Triásico (hace aproximadamente 240 millones de años).
El ejemplar de Psittacosaurus oculta sus tejidos blandos a simple vista. Sin embargo, bajo la luz ultravioleta, estos tejidos cobran vida, revelando una piel escamosa que brilla con un tono amarillo anaranjado. Esta piel preservada se concentra principalmente en el torso y las extremidades, zonas desprovistas de plumas.
La cualidad luminosa surge de los minerales a base de sílice que facilitaron la excepcional conservación de la piel fósil. Durante el proceso de fosilización, estos fluidos ricos en sílice impregnaron la piel antes de que sucumbiera a la descomposición, reproduciendo meticulosamente la estructura de la piel hasta en sus más mínimos detalles. Este meticuloso proceso de conservación nos permite discernir intrincados rasgos anatómicos, como la epidermis, las células cutáneas y las estructuras que contienen pigmento conocidas como melanosomas.
Las células cutáneas fosilizadas muestran un asombroso parecido con sus homólogas de los reptiles modernos. Comparten un tamaño y una forma celular comparables, y ambas poseen límites celulares fusionados, una característica exclusiva de los reptiles modernos. Además, la distribución del pigmento en la piel fósil refleja la observada en las escamas de los cocodrilos modernos. Curiosamente, la piel fósil parece relativamente fina para los estándares de los reptiles, lo que sugiere que las escamas del Psittacosaurus probablemente compartían una composición similar a las escamas de los reptiles.